La Federación Luterana Mundial y Cáritas Colombiana: Trabajando juntas por los derechos de las personas y comunidades más vulnerables

La Reverenda luterana Kaisamari Hintikka y Monseñor Juan Carlos Barreto, Obispo de la Diócesis de Quibdó, durante la visita de la Reverenda a Colombia este año. Un ejemplo de la cooperación entre luteranos y católicos en beneficio de las personas y comunidades más vulnerables. Foto: FLM/W.Paredes

 

El departamento del Chocó, ubicado en la costa pacífica colombiana, es quizá la región del país que más sufre el abandono del Estado. Según datos oficiales, su nivel de pobreza es del 79% y la mayoría de su población tiene Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI). A esto se suman una amplia e histórica vulneración de los derechos humanos y la falta de reconocimiento de los derechos territoriales de las comunidades étnicas (afrodescendientes e indígenas) que en él habitan. Adicionalmente, el conflicto armado y los desastres naturales agudizan la crisis humanitaria que se vive en la región.

Es en este contexto en el que la Federación Luterana Mundial- FLM/Departamento para Servicio Mundial/Programa Colombia (FLM/DSM) y uno de sus más importantes socios locales, Cáritas Colombiana, de la iglesia católica, han implementado proyectos orientados, por un lado, al acompañamiento de las organizaciones étnico territoriales y a sus comunidades para la defensa de sus derechos; y, por el otro, a la asistencia a las personas afectadas por los desastres naturales y cuyos medios de vida y sustento se han visto amenazados.

La FLM/DSM y Cáritas, a través de la Pastoral Social católica de la Diócesis de Quibdó trabajan juntas desde 2009 y han propiciado el diálogo interétnico y el impulso a iniciativas locales de paz, a la vez que han emprendido acciones de incidencia de lo local a lo internacional, con el objetivo de visibilizar la problemática que enfrentan estas poblaciones y lograr compromisos por parte de las autoridades y actores locales para superar el abandono.

Según Saara Vuorensola-Barnes, Representante de País de la FLM en Colombia, "Cáritas ha sido una aliada estratégica para la Federación Luterana Mundial en el país. Hemos hecho posible que las voces de las poblaciones más marginadas y vulnerables, afrocolombianas e indígenas, sea escuchada, tanto en Colombia, como en el resto del mundo. Nos une la voluntad de continuar trabajando juntas para mejorar las condiciones de vida de estas personas y sabemos que podemos hacer mucho más”.

El año pasado, en el marco de las actividades que llevan a cabo conjuntamente, ambas organizaciones acompañaron a las víctimas de la masacre de Bojayá, ocurrida el 2 de mayo de 2002 en ese municipio chocoano, en todo el proceso que culminaría con la petición de perdón por parte de las FARC-EP por ese hecho atroz.

Juana Francisca Mosquera, quien se vio obligada a huir a Quibdó desde su natal Bojayá tras recibir amenazas luego de la masacre, afirma: "el desplazamiento forzado es una experiencia terrible, tener que huir rápidamente de su casa solo con lo puesto, sin tener trabajo, a un lugar que uno no conoce y donde no tiene nada, es muy duro. Sobre todo para las mujeres cabeza de hogar con hijos pequeños. Pero le doy gracias a Dios, a Cáritas y a la FLM porque siempre han acompañado a las víctimas sobrevivientes de la masacre y nos han apoyado de muchas maneras”.

 

Derechos territoriales, etnias y paz

En 2016, la colaboración entre Cáritas y la FLM no ha hecho más que afianzarse: Así lo demuestra un nuevo proyecto que emprenden conjuntamente, con financiación de la Unión Europea, que tiene por objetivo aportar a la construcción de la paz territorial en el departamento del Chocó y al restablecimiento efectivo de los derechos territoriales de las víctimas del conflicto armado del pueblo indígena Embera Katío y de las comunidades afrocolombianas del Alto Atrato pertenecientes al territorio colectivo del Consejo Comunitario Mayor de la Opoca (Cocomopoca), para que puedan vivir en sus territorios ejerciendo su autonomía y derecho propio.

Según Sterling Londoño Palacios, sacerdote católico y vicario general de la Diócesis de Quibdó- Pastoral Afro, el trabajo conjunto entre la FLM y Cáritas ha tenido un impacto positivo y significativo en la vida de esa población: "Interactuar en el mismo territorio con una organización no católica nos ha llevado a entender que los valores del evangelio van mucho más allá de cualquier denominación religiosa y que ese trabajo ecuménico por el bienestar integral de las personas es muy importante, los aprendizajes han sido muchos. He tenido la oportunidad de conocer a la comunidad luterana desde dentro y me parece muy importante lo que hacen, cómo lo hacen, y la manera en la que se relacionan con las organizaciones sociales”, dice Londoño.

Del impacto positivo de ese trabajo conjunto también da fe Américo Mosquera, representante legal de Cocomopoca: "La FLM Ha sido nuestro mayor aliado, ha intentado ayudarnos a solucionar todos los problemas que hemos tenido para ejercer nuestros derechos territoriales, para solucionar los conflictos interétnicos entre indígenas y afrodescendientes; para construir nuestro plan de etnodesarrollo, construir nuestra sede y fortalecernos organizativamente. Esperamos que Cáritas y FLM sigan trabajando con nosotros. Estamos muy agradecidos y sin ellas no habríamos avanzado tanto como lo hemos hecho hasta ahora”.

Hoy 31 de octubre se conmemoran en Lund (Suecia) 500 años de la Reforma Protestante. En el acto se celebrará que tanto protestantes como católicos han sostenido 50 años de diálogo ecuménico y han evolucionado del conflicto a la comunión cada vez más profundamente. También reconocerán que no enfrentaron en el pasado sus desacuerdos teológicos pacíficamente, sino que permitieron que la religión fuera el detonante de muchos conflictos y no siempre un elemento clave para promover la paz.

Sin embargo, como dijo la Reverenda finlandesa Kaisamari Hintikka durante su visita a Colombia en marzo de este año, casos como el trabajo conjunto entre la FLM y Cáritas demuestran que las iglesias tienen esa capacidad de estar junto a la gente, escucharla, brindarle apoyo psicosocial y ayudarle a generar resiliencia y, en ese sentido, juegan un rol muy importante. También contribuyen a reconstruir la confianza, a la reconciliación y a ayudar a las personas a superar la condición de víctimas.

“En contextos de conflicto, como el colombiano –dijo Hintikka- las iglesias pueden trabajar por la justicia social y la construcción de la paz. Cuando diferentes iglesias trabajan juntas, no deben enfrentarse entre sí y competir, sino cooperar por el bien de quienes han tenido un enorme sufrimiento. Es lo que hacemos luteranos y católicos en el Chocó. Las personas tienen suficientes motivos de tensión y de conflicto como para que las iglesias o las religiones añadan más”.

Por su parte, el sacerdote católico Sterling Londoño añade: “Saludo a la comunidad luterana con motivo de la conmemoración de estos 500 años de Reforma Protestante. Personalmente, estoy muy agradecido por el trabajo que hacen. Aunque soy católico, me siento un miembro más de esta iglesia, valoro inmensamente su trabajo y mis oraciones también van por ustedes”.