"Sueño viendo a Pogue reubicado, porque así habrá más posibilidades de desarrollo"

Foto: FLM/T.Giraldo

 

José Adán Palacios Asprilla es un hombre robusto que sorprende por su hablar pausado y sereno. A sus 41 años es representante de la comunidad de Pogue y lucha desde hace 15 con sus coterráneos por un sueño: la reubicación.

Al igual que para muchos hombres y mujeres fuertes del Chocó, ser líder es una tarea que José Adán se toma muy en serio: “Es un logro muy importante porque me he relacionado con muchas personas de fuera de la zona y me ha permitido mejorar mi calidad de vida y la de mi comunidad”, dice. Y es que para ser líder hay que tener paciencia y perseverancia. José Adán conoce profundamente la historia de su tierra y de su comunidad, ha trabajado duro con sus compañeros pogueños tocando puertas, hablando con las organizaciones, las entidades, las personas que quieran ayudar y comprender lo que pasa en el corazón del municipio de Bojayá.

Su comunidad está ubicada en el punto de encuentro entre los ríos Pogue y Bojayá y fue fundada por baudoseños que emigraron en busca de mejores oportunidades. Poco a poco  el asentamiento fue creciendo y la gente vivía tranquila de lo que le daba el río y de los productos de sus parcelas. Lo que muchos saben es que  el 2 de Mayo del 2002, día de la masacre que aún hoy enluta al país, cayeron en la iglesia de Bellavista 35 personas de esta pequeña comunidad.

El conflicto ha transformado las vidas de los chocoanos y de las 137 familias pogueñas: “ha dañado parte de nuestro tejido social y ha transformado las prácticas tradicionales”, dice el líder. José Adán añade que en una época sintieron mucha inseguridad y zozobra, pero que ahora siente esperanza de que las cosas van a mejorar con la implementación del acuerdo de paz.  

La Federación Luterana Mundial ha acompañado el proceso de las víctimas del conflicto en Bojayá y apoya a Pogue en otro de los grandes retos que enfrenta: al estar en el vértice de los dos caudales, la comunidad se encuentra en riesgo inminente y no mitigable de desastres. Cada año, en la época de invierno, los ríos que la rodean se crecen erosionando la parte alta e inundando las casas de la parte baja, dejando a la población confinada hasta que las aguas bajan y creando daños estructurales en las casas.

Cada año se reconstruyen las casas afectadas. Con sus propios y escasos recursos la comunidad levanta de nuevo lo que el río se lleva, pero el peligro continúa durante todo el año. La tierra erosionada puede ocasionar un derrumbe. “Aquí no tenemos espacio, solo hay loma y la gente no se va para allá, ya no hay a donde ir”, dice José Adán.

En el marco del proyecto “Asistencia humanitaria para mejorar las condiciones de vida de las comunidades étnicas en Boyajá, Chocó 2016”, que cuenta con el apoyo de la Dirección de Ayuda Humanitaria y Protección Civil- ECHO, de la Comisión Europea, la FLM ha establecido contacto con la alcaldía, con la Unidad de Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD) a nivel municipal, departamental y nacional, y con la Subdirección Coordinación Nación-Territorio de la Consejería Presidencial para los Derechos Humanos, en aras de superar los obstáculos a la reubicación que Pogue espera desde hace 15 años, cuando fue declarado territorio de riesgo por primera vez.

En este empeño se han unido la Alcaldía Municipal de Bojayá y la Coordinación Municipal de Gestión del Riesgo y, luego de reuniones y concertaciones, la comunidad seleccionó  el terrero de Pueblo Viejo para la reubicación. Así mismo, en reuniones y comunicaciones con la corporación ambiental CODECHOCÓ se han realizado informes preliminares y se programaron estudios necesarios para determinar su viabilidad. A la espera de los resultados, la comunidad y el alcalde de Bojayá proyectan conectar a la comunidad con una vía carreteable y estimular el desarrollo digno y seguro de los pogueños.

El proceso de reubicación fue recomendado en dos estudios previos de 2009 y 2012, pero en ese momento no se tomaron las medidas necesarias, a pesar de los compromisos adquiridos por varios Comités de Gestión del Riesgo durante esos años.

Desde el 2014, la Federación Luterana Mundial ha acompañado la lucha de Pogue por lograr la reubicación. “Gracias a Dios, con el acompañamiento de la Federación hemos avanzado mucho porque se pudo hacer un diagnóstico, un mapa de riesgos y la caracterización de las afectaciones y de allí fue que surgió la idea de crear el comité para estar interactuando con las instituciones y ver como se podía avanzar”, añade.

El líder destaca el apoyo técnico recibido para el reconocimiento del riesgo y de sus afectaciones y en la conformación del comité como herramienta para exigir e incidir por sus derechos. El enfoque del proyecto es el empoderamiento de las comunidades y crear comportamientos resilientes. Después de años de silencio institucional y abandono estatal, José Adán ve el futuro con optimismo: “El trabajo de la Federación es excelente, todavía no ha iniciado la reubicación, pero ya se siente que vamos por buen camino”, dice.

La FLM seguirá empoderando y acompañando a las comunidades, fortaleciendo sus capacidades y su resiliencia, incidiendo ante las entidades y organizaciones para conseguir que cese la situación de riesgo constante, para que las familias de Pogue duerman tranquilas y seguras. Para que se logre el sueño de José Adán y de su comunidad: “A Pogue sueño viéndolo reubicado, creciendo, porque así habrá mejores oportunidades y desarrollo”.

También tiene una petición: “nos gustaría que siguieran ahí, no nos olviden, no nos dejen solos”. Pero la comunidad puede estar tranquila. Ahí estaremos.