Resiliencia y esperanza: historias de dos familias migrantes en Colombia

 

Durante décadas más de cinco millones de colombianos migraron y huyeron a Venezuela a causa del conflicto armado y la falta de atención social por parte del Estado. Estando allí muchas de estas personas conformaron sus familias, consiguieron empleo y forjaron un nuevo hogar. Hoy, muchas de estas familias colombo-venezolanas, colombianas y venezolanas, han tenido que migrar o volver a Colombia por la situación económica, humanitaria y política que se vive actualmente en el vecino país.

Aunque el flujo migratorio entre estas dos naciones no es nuevo, a agosto de este año son casi un millón de personas venezolanas las que han migrado a Colombia, ya sea de forma regular o irregular, según el último informe de Migración Colombia, entidad creada por el Ministerio de Relaciones Exteriores en el 2012 para ejercer control migratorio.

La situación de Venezuela, según un informe de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH), responde, en gran parte, al bloqueo económico, las sanciones y la guerra económica que han generado varios Estados y organismos internacionales. El informe detalla cómo varias acciones, entre ellas, “la especulación de divisas y las actividades de las agencias de calificación crediticia, repercuten considerablemente en la capacidad financiera de los Estados para emitir bonos y conseguir financiación.” Describe además, cómo el acaparamiento de alimentos, medicinas y artículos de higiene personal se pudren o se ponen a la venta en mercados clandestinos, lo que genera que muchas personas migren a otros países en búsqueda de abastecimiento.

Este alto flujo migratorio, ha causado preocupación en varios organismos internacionales como la CIDH, el Comité de Protección de los Derechos de los Trabajadores Migratorios y de sus Familiares, el Comité sobre los Derechos del Niño de la ONU, el ACNUDH y el Relator Especial sobre los Derechos Humanos de los Migrantes de la ONU, por el manejo que varios países de la región están dando a esta situación. Medidas como la militarización de las fronteras, deportaciones arbitrarias, expulsiones colectivas, así como la solicitud de pasaportes, certificados, apostillas u otros documentos oficiales, han limitado e impedido el ingreso a estos países de la población migrante que arriesga su vida al caminar durante días hacia las fronteras.

También es motivo de preocupación la creciente ola de discriminación y violencia xenófoba contra la población migrante, casos de deportaciones arbitrarias, expulsiones colectivas y la llegada a territorios hostiles y con presencia de grupos armados como es el caso de varios departamentos de Colombia.

Uno de estos es Arauca, el tercer departamento con más extensión fronteriza (396 km), en donde hay presencia de grupos armados como el ELN, disidentes de las FARC y grupos paramilitares, así como una fuerte militarización por parte de la Fuerza Pública nacional. A esto, se puede sumar  la presencia de grupos ilegales que operan en los dos países y la frontera, y la existencia de rutas activas de contrabando de combustible, drogas, minerales y alimentos entre los dos países.

La Federación Luterana Mundial - Programa Colombia, ha venido trabajando en varios asentamientos informales en la frontera en Arauca, con intervenciones de tipo humanitario en los sectores de protección, agua y seguridad alimentaria. En los últimos años ha llegado un mayor número de población migrante desde Venezuela a habitar en los asentamientos conjuntos con la población colombiana, en su mayoría desplazados del conflicto armado.

Estos asentamientos han sido construidos por la población desplazada colombiana, generalmente en zonas inundables, con materiales como plásticos, palos, latas y tejas de aluminio, lo que pone en riesgo la salud y la calidad de vida de los habitantes de estos asentamientos. Muchas de las familias que vienen de Venezuela han encontrado en estos asentamientos una oportunidad para empezar de nuevo.

Es el caso de Davids Ramón Aguado y Jesús David Cruz, quienes, junto a sus familias, llegaron hace poco más de seis meses al asentamiento Los Tronquitos en el municipio de Saravena.

 

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Davids es un hombre de cuerpo musculado, voz amable y tez morena. Tiene 30 años y es uno de los miles de habitantes de Barinas en Venezuela, que han migrado hacia Colombia. Para él, los obstáculos y las dificultades nada tienen que ver con su destino: “lo importante es que estoy con papá y sigo adelante, con las dificultades o los obstáculos que se quieran presentar… nada tiene que ver en la vida: si uno se pone obstáculos pues es difícil llegar a donde uno quiere.”

“La Doña”, como la llama Davids, es una de las personas que más le ha ayudado a su llegada. Ella le arrendó a Davids una pequeña habitación donde vive con Jaime, su padre, quien a causa de una enfermedad no puede caminar: “En Venezuela no pagaba alquiler porque vivía con mi familia, pero es difícil vivir con la familia ahorita, por eso me traje a papá para que no fuera a ser una carga para ellos. Y así como él luchó para sacarme a mí pa’ lante, poco o mucho, pues ahora yo tengo que ver de él, a como dé lugar… a toda costa.”

Esta búsqueda por salir adelante lo llevó a encontrar apoyo en varias personas, que como “la Doña”, le han dado una mano: “cuando yo llegué aquí me dijeron que fuera a la Personería y me dieron la primera silla de ruedas de papá. Luego me dijeron que hablara con el CICR y ellos me contactaron con la Federación Luterana, todos han sido un gran apoyo. No es fácil vivir en tierra ajena”.

Davids es uno de los beneficiarios del proyecto “Asistencia Humanitaria y protección a situación de migrantes en asentamientos de Saravena”, con los cuales la FLM busca brindar acceso a agua, medios de vida, protección, capacitación en rutas de acceso legal, albergues, brigadas de salud y atención psicosocial a las familias mixtas, colombianas y venezolanas que viven en este tipo de asentamientos.

Davids ha participado en los dos talleres que se han realizado en el marco de este proyecto, apoyado por la Evangelical Lutheran Church America (ELCA), Church World Service (CWS) y Evangelical Lutheran Church of Finland (FELM). Recuerda con alegría y diversión que, durante el taller de seguridad alimentaria, donde se realiza una capacitación sobre qué es lo adecuado para su alimentación y la entrega de un bono de alimentación, pudo conocer nuevas personas: “fue divertido hacer el taller de alimentación para aprender qué es lo que uno realmente necesita, porque nos pasaba que había que ordenar unas fichas con los alimentos y nos equivocábamos porque como uno está acostumbrado a comer lo que llegue... Yo me hice con tres mujeres con quienes me encontré después en el supermercado reclamando el bono y nos ayudamos. Nos dimos cuenta que somos del mismo país y nos hicimos amigos.”

Para él, el trabajo que ha realizado la FLM es “una bendición de Dios” y agradece, mirando fijamente para que no quepa duda de su sinceridad, el apoyo que ha recibido por parte del equipo de la FLM.

 

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Al igual que Davids, Jesús David es uno de los beneficiarios del proyecto. Él es un joven de 26 años que pareciera nunca deja de sonreír. Su aspecto es enérgico y jovial y sus palabras están llenas de esperanza y alegría. Nació en Táchira, pero se crio en Barinas, y desde allí junto a su esposa y su suegro migraron hacia Saravena, municipio a donde también llegaron seis de sus nueve hermanos.

Él y Shery –su esposa– son ingenieros, y su suegro es arquitecto. Viven juntos en el asentamiento y tienen muchas ideas para crear un negocio. Esto a raíz del taller de medios de vida del proyecto de la FLM, en el cual recibieron una capacitación para estructurar y fortalecer su actividad productiva. Sueñan con un negocio de fotografía y capacitación en informática: “Sueño con muchas cosas, me gusta todo lo que es la parte de la formación. Me gustaría más adelante, si logro conseguir la cédula colombiana –porque estoy en ese proceso… mis padres son colombianos– solicitar un RUT para montar un negocio para brindar cursos de computación”, cuenta Jesús David.

Jesús David dejó en su tierra a algunos familiares y amigos, pero cada día piensa en ellos, tanto que uno de sus sueños es poder ayudarlos tan pronto su negocio empiece a dar frutos, lo que parece ser pronto por la disciplina y el empeño que le pone al plan de negocios que creó durante el taller con la FLM.

Para él este tipo de acciones han beneficiado e impactado positivamente la vida de todas las familias “es una acción buena para el beneficio de las familias tanto venezolanas como colombianas, el beneficio es equitativo y yo les doy gracias a ustedes como Federación por tener esa iniciativa de ayudar a los que lo necesitamos en este momento.”

 

La Federación Luterana Mundial - programa Colombia, ha desarrollado un trabajo humanitario durante varios años en asentamientos informales con población en condición de vulnerabilidad y migración en Arauca. Este trabajo ha priorizado tres sectores de respuesta: seguridad alimentaria y medios de vida; protección y saneamiento básico e higiene, lo que le ha permitido observar e identificar otras necesidades que tienen las poblaciones más vulnerables en el territorio. Para la FLM es importante enfocar sus esfuerzos en una intervención integral que tenga un mayor enfoque en la inclusión social y económica, y propenda por la sostenibilidad de la población migrante, que en el caso de Arauca, planea quedarse por algunos años en el territorio colombiano.