La historia de Chavela: De cómo una mujer indígena empoderada puede contribuir a cambiar la vida de su comunidad

Chavela es una de las siete mujeres dinamizadoras del proyecto “Asistencia humanitaria a poblaciones vulnerables afectadas por el conflicto en áreas rurales del departamento del Chocó”, implementado por la Federación Luterana Mundial- Programa Colombia, con el apoyo de la Comisión Europea. Foto: FLM/A.Peñaranda

Entre las 37 mujeres que pertenecen a la comunidad indígena Embera de Chagadó, resalta el liderazgo y empuje de una mujer de 23 años de edad: Miriam Rosa Majore, conocida como “Chavela”. Quienes la conocen destacan su carisma, sus ganas de ayudar a los demás y su capacidad de hacerse escuchar en la comunidad, pese a que en su cultura las mujeres no son tenidas en cuenta en la toma de decisiones.

Chavela es madre cabeza de hogar y tiene dos hijos: Una niña y un niño de 4 y 9 años, respectivamente. Sus dotes personales hicieron que la comunidad la eligiera para ser una de las siete mujeres dinamizadoras (tres indígenas y cuatro afrodescendientes) del Proyecto “Asistencia humanitaria a poblaciones vulnerables afectadas por el conflicto en áreas rurales del departamento del Chocó”, implementado por la Federación Luterana Mundial- Programa Colombia, con el apoyo del Departamento de Ayuda Humanitaria y Protección Civil- ECHO, de la Comisión Europea.

Uno de los aspectos que Chavela más destaca del proyecto es el trabajo sobre el acceso a agua segura, saneamiento e higiene para la comunidad: “Es importante para que las familias conozcan la importancia de mantener limpia la casa y de que mantengan aseados los filtros que la FLM nos dio”, dice.  “Gracias a los filtros, los muchachos ya no se enferman: antes tenían diarrea, vómito y enfermedades”. Chavela afirma que los utensilios que les fueron suministrados, como platos y elementos de cocina, les han servido para el uso familiar y para servirle la comida a sus paisanos cuando llegan de visita.

Chavela también es entusiasta con la formación que ella y su comunidad han recibido para mantener su seguridad alimentaria: “les enseño conocimiento sobre el manejo orgánico de plagas y hablamos sobre cómo mantener y sembrar las semillas que recibimos para sembrar en las azoteas, manteniendo la cebolla, el poleo, el orégano y la albahaca para sazonar los alimentos”.

Ejercer el rol de dinamizadora le ha permitido a Chavela fortalecer tanto su liderazgo, que quiere seguir siendo líder, aún después de que el proyecto finalice. Según dice, esta experiencia le ha dejado gratificaciones y ha dado a su vida un nuevo sentido.

Chavela ha sido fundamental para el desarrollo del proyecto, tanto para la comunidad indígena de Chagadó como para el equipo de la FLM. Ha ganado reconocimiento como líder y como vocera de las mujeres de la comunidad, es visible la confianza adquirida entre las de su género y, a su vez, con el equipo del proyecto.

Su trabajo como dinamizadora le ha permitido conocer las necesidades de las familias, pero en especial las  de las mujeres. El rol que ha asumido dentro de su comunidad ha contribuido a que el papel de la mujer haya empezado a ganar posición en un entorno masculinizado por la cultura. El empoderamiento de las mujeres, tan importante dentro del trabajo de la Federación Luterana Mundial, ha empezado a ganar espacio: el interés de las mujeres indígenas en participar, opinar, y aportar significativamente a sus comunidades han sido uno de los mayores logros de este proyecto y constituye un ejemplo de todo lo que puede lograrse cuando se permite a las mujeres contribuir a la mejora de la calidad de vida de sus pueblos.