La Federación Luterana Mundial- FLM y sus socios locales: Protegiendo los derechos humanos de las personas que más lo necesitan en el departamento de Arauca, Colombia

Las mujeres de Arauca han aprendido a defender sus derechos humanos y para ello han conformado organizaciones como AMAR. Foto: FLM/N.Rojas

Arauca es un departamento ubicado en la zona oriental de Colombia, en límites con Venezuela, habitado por 253.565 habitantes, entre los cuales se cuentan comunidades afrocolombianas, indígenas en peligro de extinción y una población campesina originaria, en su mayoría, de otras localidades vecinas. Unos llegaron buscando oportunidades que no tenían en sus lugares de origen; otros, huyendo del conflicto armado, que ha sido una constante en el territorio por la presencia de diversos grupos armados legales e ilegales.

Las violaciones a los derechos humanos y al Derecho Internacional Humanitario- DIH, así como los recientes problemas fronterizos con Venezuela, se suman a las graves e históricas dificultades de acceso de la población a servicios básicos como agua potable, educación y salud. 

Según un informe publicado por la ONU en agosto de 2014, las principales problemáticas humanitarias de Arauca están relacionadas con el reclutamiento forzado de menores, secuestros, homicidios, desplazamiento y extorsiones. A esto se suma la presencia de Minas Antipersonal (MAP), Remanentes Explosivos de Guerra (REG) o Artefactos Explosivos Improvisados (AEI) que preocupan a la población, a las autoridades y a las organizaciones internacionales.

Debido a la poca visibilidad de la situación humanitaria, la constante violación a los derechos humanos en Arauca y la baja presencia y capacidad del Estado en el departamento, la Federación Luterana Mundial- FLM Programa Colombia ha sido clave para contribuir a la atención y protección de las personas afectadas por el conflicto armado. Su trabajo con socios locales -como el Comité Permanente de Derechos Humanos- CPDH, la Fundación de Derechos Humanos Joel Sierra y la Asociación Amanecer de Mujeres por Arauca- AMAR, entre otros-, busca garantizar el goce efectivo de los derechos humanos de la población araucana y la generación de condiciones de vida digna.

 

“Ser defensor de derechos humanos no es un trabajo de oficina”: Guillermo Díaz, CPDH Arauca

Quienes defienden los derechos humanos en Colombia se exponen a una constante estigmatización como consecuencia de su trabajo y el departamento de Arauca no es una excepción. La población es vulnerable a múltiples formas de victimización y en un contexto volátil y conflictivo, como el araucano, la labor de defensores y defensoras de derechos humanos es de especial relevancia.

La Federación Luterana Mundial- FLM Programa Colombia trabaja actualmente con el Comité Permanente para la Defensa de los Derechos Humanos- CPDH Región Oriente, en el proyecto “Construyendo Rutas de Paz en Nuestro Territorio”, que busca generar iniciativas participativas, académicas, lúdicas y de difusión, tendientes a vincular a los habitantes del territorio al debate sobre la paz.

En el marco de ese proyecto, la población campesina recibe formación a través de talleres sobre derechos humanos, derecho a la tierra y Derecho Internacional Humanitario- DIH para que pueda exigir sus derechos.  Estos talleres han servido para generar propuestas y espacios de discusión, como los Comités Veredales de Derechos Humanos, conformados por los propios pobladores.

“No es un trabajo fácil”, dice Guillermo Díaz, Representante Legal del CPDH en Arauca. “Ser defensor de derechos humanos no es un trabajo de oficina, requiere mucha dedicación y sacrificio, pero nuestra gente merece que se respete su dignidad y se oiga su voz”.

 

“Mientras haya una pesona a la que se le violen sus derechos humanos, tendremos trabajo que hacer”: Yilson Torres, Fundación de Derechos Humanos Joel Sierra

Asociada desde sus orígenes en 1996 al movimiento social por los derechos de los campesinos, la Fundación de Derechos Humanos Joel Sierra empezó reivindicando los derechos de la población rural a servicios públicos, salud y educación, y defendiéndola de los abusos de los actores armados.

Esta organización, que goza de reconocimiento en todo el departamento, inició su relación con la FLM en 2007. Actualmente hace parte, entre otras iniciativas, del equipo administrador de un proyecto productivo de cultivo de piña llevado a cabo por la FLM y la Asociación Amanecer de Mujeres por Arauca- AMAR.

“Gracias al apoyo de la Federación Luterana Mundial- FLM hemos logrado hacer más visible la problemática que enfrentan los habitantes del departamento”, dice Yilson Torres, miembro de la Junta Directiva de la Joel Sierra. Para él, como líder social y defensor de derechos humanos, es importante continuar consolidando a la organización en el departamento, expandir su influencia a toda la región y continuar trabajando en la promoción, el respeto y la garantía de los derechos humanos de toda la población campesina, que considera que está sumida en el olvido.

 

“Nos estábamos quedando solas con nuestros hijos”:  Yaneth Pérez, Asociación Amanecer de Mujeres por Arauca- AMAR

Las capturas masivas que siguieron al enfrentamiento entre las guerrillas del ELN y las FARC a principios de los 2000 luego de que el gobierno de entonces señalara públicamente a los pobladores de Arauca y a sus líderes sociales de tener vínculos con las guerrillas, marcaron un punto de inflexión para los habitantes del departamento, especialmente las mujeres.

Con sus padres, hermanos, hijos y esposos detenidos, las mujeres se vieron obligadas a organizarse para defender sus derechos y garantizar el sustento de sus familias, invirtiendo así los roles tradicionales de género.

“Nos estábamos quedando solas con nuestros hijos, con el peso de hacer de padre y madre. Todo era cada vez peor”, recuerda Yaneth Pérez, una de las líderes. Ellas vivieron la estigmatización y los abusos por parte de todos los actores armados: Las mujeres fueron utilizadas como botín de guerra.

Pero la adversidad les dio una oportunidad: Aprendieron a ejercer un liderazgo social que las llevó a organizarse y les ha enseñado que juntas pueden alcanzar lo que se propongan. Ahora trabajan, junto con la FLM, en un proyecto productivo de cultivo de piña que tiene por objetivo ayudarles a generar ingresos para ellas y sus familias, empoderarlas y darles autonomía y confianza en sus capacidades. Muchos de sus hombres ya volvieron de prisión, algunos fueron exonerados de cargos. Ahora han tenido que aprender a trabajar hombro a hombro con ellas, compartir las labores de la casa y apoyarlas en sus iniciativas.

Las mujeres de AMAR aspiran a poder procesar más frutas que se dan en el departamento, como maracuyá, cítricos, borojó, arazá, chontaduro, aguacate, guayaba y mango, para generar más ingresos. Quieren unirse a otros fruticultores del país y sueñan con vender fruta y pulpa.