Historia de una valiente lucha por la defensa de los derechos humanos

María Ruth Sanabria, defensora de derechos humanos del Comité Permanente para la Defensa de los Derechos Humanos- CPDH

A María Ruth Sanabria la han intentado asesinar desde que tenía 23 años. Su férrea labor como defensora de los derechos humanos le ha significado innumerables amenazas. Sus ojos negros melancólicos y alegres han tenido que llorar la muerte de muchos otros compañeros y compañeras que han compartido sus luchas y su idea de un país libre y soberano… el país que ella sueña.

Cuando María Ruth habla el tiempo se vuelve cómplice y amigo de sus palabras. Cada historia que sale de su boca es fruto del sacrificio y el esfuerzo de una mujer que le ha entregado su vida a la defensa de las causas nobles y los derechos de cada persona vulnerable que existe en Colombia.

Desde que era muy niña supo que no podría ser capaz de hacer otra cosa. Es orgullosamente defensora de derechos humanos y lo suyo es “meter la pata en el barro”. Recuerda con alegre nostalgia que su tío le decía con picardía “ya está allá de metida” y su padre la apodaba “San Pedra Clavel”, como una forma de describir eso que ella llama un don con el que nació, algo que lleva dentro de su corazón.

“Sentir el dolor de los demás” así describe María Ruth lo que hace a un verdadero defensor de derechos humanos mientras recuerda las “banderas de lucha” que ella ha retomado de cada una de las personas que han sido asesinadas en los más de 40 años de ejercer su labor, que en Colombia cada vez es más peligrosa. Según el último informe “Piedra en el Zapato” de la organización Somos Defensores, durante el 2017, fueron agredidos 560 defensores de DD.HH dentro de los que se contabilizan 106 asesinatos, 370 amenazas, 23 detenciones arbitrarias, 9 judicializaciones y 2 hurtos de información sensible.

Para María Ruth “las garantías para poder ejercer nuestra labor deben ser políticas, debe haber un compromiso del gobierno para averiguar quiénes nos están matando” Y agrega con firmeza que no se puede seguir discriminando a los defensores y defensoras: “en las investigaciones de asesinatos contra líderes y defensores no hay resultados, siempre se archivan, pero sí los hay cuando se trata de juzgarnos o comprometernos con grupos armados”.

Su trabajo

María Ruth empezó a trabajar por la defensa de los derechos y la recuperación de la tierra de campesinos y campesinas desde los 17 años, cuando nuevamente volvió a vivir con su padre en San Alberto, un pequeño pueblo al sur del Cesar. Allí empezó a conocer la lucha del Sindicato de los trabajadores de la Industria Agraria la Palma - Indupalma, quienes fueron perseguidos y asesinados durante la crisis por la apertura económica del presidente César Gaviria en el año 1984 y el surgimiento del paramilitarismo.

En el 90 su esposo, un líder campesino, es asesinado y con ello llegan las amenazas que le ponen ultimátum a su salida de San Alberto en el año 94 tras la advertencia de Jorge 40 de salir en 24 horas si quería seguir viviendo. De allí María Ruth huye hacia Arauquita con cuatro hijos, cuatro cajas y 10 mil pesos en el bolsillo.

Su llegada al departamento de Arauca, no sólo le cuesta dejar atrás una parte importante de su vida, sino la lucha como mujer por ganarse el reconocimiento como lideresa y defensora en un ambiente desconocido y diferente. Poco a poco se gana el reconocimiento de sus compañeros hombres y empieza a participar en espacios políticos a través del partido Unión Patriótica, partido víctima de un genocidio de 3500 miembros durante la segunda mitad de la década de los 90.

Sin embargo, esto no la detuvo y menos su labor. En el 2001 conoce a Armando, su compañero, quien también es defensor de derechos humanos y parte esencial en su formación. Juntos conforman la seccional de Arauquita del Comité Permanente para la Defensa de los Derechos Humanos – CPDH, capítulo Arauca.

Su trabajo en Arauca le trae amenazas por parte grupos armados y con estas llegan nuevamente los atentados y tiene que salir en septiembre del 2006 a Argentina. Regresa en el 2007 y presencia el fuerte arremetimiento del paramilitarismo contra líderes campesinos y defensores de derechos humanos.

Conoce a la FLM

En el 2006, María Ruth Sanabria conoce a una de las organizaciones que junto al CPDH hace parte de sus “grandes amores”, la Federación Luterana Mundial (FLM). Todo comenzó con una reunión donde participaba el CPDH y la Asociación Campesina de Arauca (ACA). Allí se estableció un gran lazo de confianza y trabajo conjunto que hoy se mantiene vigente.

María Ruth recuerda que gracias a la Federación Luterana Mundial, el CPDH pudo tener su primera sede propia en Arauquita y Fortul (esta última desmontada luego del recrudecimiento del conflicto), tras la necesidad de tener una oficina que pudiera recoger todo el esfuerzo que venía haciendo el CPDH en los territorios donde se desarrollaban talleres debajo de los árboles, en los barrios y las calles del territorio.

Agrega que la FLM fortaleció el proceso de formación de los miembros del CPDH, el proceso organizativo de los defensores y defensoras, además de procesos de reconciliación y coordinación con otras organizaciones para que trabajaran mancomunadamente y con un mismo enfoque.

Mirando fijamente y con firmeza, finalmente dice: “las personas de la Federación Luterana han sido nuestros escudos humanos: siempre han estado en los momentos más difíciles que hemos atravesado.”

El refugio

El pasado 22 de mayo, mientras se dirigía a Arauquita luego de dictar un taller de pedagogía en el marco del proyecto “Hacia la territorialización de la paz, con el cuerpo, la voz y la palabra de las Mujeres” apoyado por la FLM y ELCA, María Ruth Sanabria, sufrió un atentando del cual por fortuna salió ilesa, pero que significó su tercera salida del departamento por este tipo de hechos.

Actualmente María Ruth, se encuentra en Bogotá refugiándose de las amenazas que han intentado por muchos años apagar su vida y su voz, con la que sin vacilar ha defendido a las personas víctimas del conflicto armado.

Sería difícil creer que este y otros atentados no la han afectado como se pensaría, si no es por el llanto que reprime inútilmente cuando evoca los tristes y desgarradores recuerdos del esfuerzo de su madre por brindarle el sustento a ella y sus hermanos. Dichos recuerdos definieron su indoblegable carácter, que junto a la resistencia heredada de su padre indígena, han hecho de ella una mujer valiente que enfrenta las injusticias y la muerte todos los días.

La Federación Luterana Mundial, en el Día Internacional de los Derechos Humanos, hace un reconocimiento a la vida y trabajo de María Ruth Sanabria Rueda en su valiente y persistente lucha por la defensa de los derechos humanos en Colombia. Resaltamos su pasión y dedicación a la difícil labor que desempeña en la compleja situación del país y recordamos su merecido Reconocimiento a toda una vida en la defensa de DDHH del Premio Nacional a la Defensa de los Derechos Humanos en Colombia –en 2016, otorgado por Diakonia con apoyo del gobierno Sueco y la Iglesia de Suecia..