Construyendo capacidad en los asentamientos informales de Arauca

Archivo FLM

“Omaira es una de las líderes de los asentamientos informales que se crearon en el municipio de Arauquita tras el cierre de la frontera entre Colombia y Venezuela el pasado mes de noviembre. A raíz de esa situación, nacieron tres nuevos asentamientos informales en el municipio de Arauquita (Arauca) con los nombres de El Bosque, Portal del Llano y Simón Bolívar.

Omaira es una de las líderes comunitarias de uno de ellos y recuerda las primeras veces que escuchó en las noches las pruebas de polígono y los ataques con artefactos explosivos a las instalaciones militares. “Gritaba como una loca porque el ruido fue fuerte y además cayó tierra sobre los techos de las casas. Los niños también reaccionaban muy mal y en ocasiones dejan de dormir por los nervios”, cuenta. Ahora cuando sucede le parece más normal y se ha acostumbrado.

Previamente, el terreno donde se encuentra El Bosque había sido cedido a la comunidad asentada en el sector de Las Vegas. Sin embargo, ante la oficina de instrumentos públicos no consta registro alguno de la propiedad sobre el terreno por parte de la Alcaldía. La otra parte del terreno aún pertenece a un propietario privado, quien no muestra voluntad de venta. Por lo tanto, la incertidumbre para la permanencia de las familias allí es alta. Lo positivo, es que existe voluntad de la municipalidad para su adquisición.

Muchas de las personas a las que les habían asignado el terreno, decidieron no venir a vivir acá debido a la cercanía con la Brigada”, comenta Nelson, uno de los líderes. Añadiendo que quienes ese día decidieron armar carpas en el terreno y asumir el riesgo, lo hicieron porque la necesidad era demasiada y ya no podían esperar más.

En los asentamientos se mezclan estas y otras problemáticas, hay familias colombianas retornadas desde Venezuela, algunas son mixtas (algún miembro de la familia con ciudadanía venezolana). También hay personas que han venido desde Venezuela debido a la difícil situación política y económica al otro lado de la frontera. Aunque predominan las personas que vienen desplazadas de zonas rurales del departamento o de la costa caribe colombiana.   

Esta situación no es exclusiva de estos tres predios, en Arauquita existen otros siete asentamientos informales y se calcula que cerca del 35% de los habitantes del casco urbano del municipio viven en este tipo de condiciones, según estimaciones del Comité Permanente para la Defensa de Derechos Humanos –CPDH.

Adicionalmente, según la Gobernación de Arauca en el departamento hasta marzo de 2016 existían 53 asentamientos, para septiembre del mismo año se dio un incremento del 38%, es decir, 78 terrenos invadidos en total. En algunos casos más habitados que los propios cascos urbanos de los municipios que les acogen. En ese sentido, las condiciones de insalubridad se agravan por la alta densidad poblacional en terrenos pequeños que no cuentan con la infraestructura necesaria para acoger a las familias.

Por su parte, Alba Hernández, quien llegó con su bebé de escasos meses y su compañero en un camping, añade que: “era época de lluvias en ese momento, se nos metía el agua y los mosquitos nos comían de noche”. Después de 14 meses, reconoce que el barrio ha cambiado mucho: “hemos conseguido luz y agua, aunque hace mucho calor en mi casa por los plásticos”. Alba también ha cambiado, ya casi cumple 19 años y espera pronto la llegada de su nuevo bebé.

La Federación Luterana Mundial visitó por primera vez los asentamientos en agosto de 2016, como parte de un esfuerzo conjunto de las organizaciones internacionales que integran el Equipo Local de Coordinación, el órgano que coordina las intervenciones humanitarias en la región. Como fruto de ese trabajo, la Federación comenzó el proyecto Comunidades más resilientes en asentamientos informales de Arauquita”, donde por un período de 6 meses la organización, pretende fortalecer la capacidad de la comunidad para enfrentar situaciones adversas y crear procesos asociativos que permitan la autonomía en la generación de ingresos. Esto, debido a que la mayoría de sus habitantes deriva sus ingresos de actividades informales como la venta de gasolina y café o labores domésticas mal remuneradas. En promedio, los ingresos de las familias no superan medio salario mínimo colombiano. Adicionalmente, la FLM acompañará en el proceso de incidencia que deberán adelantar las familias para la formalización de la tenencia de la tierra.

El grupo de líderes de El Bosque se caracteriza por ser muy unido, con iniciativa, cuentan que no han recibido ningún tipo de formación para liderar y organizar a su comunidad. Sin embargo, tuvieron que desarrollar capacidades para hacerlo, aprendiendo lentamente de la experiencia. Aunque reconocen que necesitan fortalecer sus habilidades para resolver conflictos de convivencia y comunicarse efectivamente.

Respecto a cómo sueñan su barrio, comentan que les gustaría que fuera un conjunto cerrado, con todas las casas iguales, contar con espacios comunales y tener más cercanía con las instituciones para que cualquier trabajo en el sector sea contratado con habitantes de los mismos barrios y por qué no, tener una opción de generación de ingresos permanente. Así mismo, señalan que los mayores retos son la construcción de un plan de vivienda y mejorar las condiciones de seguridad, esperando que las instalaciones militares sean reubicadas.

Para la FLM también es un reto acompañar a esta comunidad en su proceso organizativo, pues en un territorio tan pequeño, paralelamente se identifican necesidades de todo tipo y distintos grados de vulnerabilidad. Sobre nuestro trabajo, Rosa y Alexis, representantes del barrio El Bosque, comentan: “hemos encontrado un apoyo, nos hemos entendido y son profesionales que nos pueden asesorar. A la Federación se le ve el interés de trabajar con nosotros, ya que han venido varias veces y están cumpliendo”.