La incansable lucha de la comunidad Ciudad 2000

Equipo Chocó


“Me esfuerzo para que todos los que vienen se lleven lo mejor de Ciudad 2000, que seamos humildes y capaces de respetar a los otros.”

María Concepción Cortez, oriunda de Agua Clara, comunidad ubicada sobre el kilómetro 18, en la vía de Tumaco a Pasto, a sus 43 años ha tenido cuatro hijos: tres mujeres y un hombre. Es una víctima más del conflicto armado de la región a quien le quitaron la vida cuando tenía 19 años. En la actualidad vive con sus dos hijas menores y argumenta que recibe apoyo de su otra hija que vive con su esposo, “mi hija mayor trabaja, como estamos pagando un préstamo, del sueldito que ella se gana, me da para pagar al banco, y en la alimentación estamos pasando hambre”.

Concepción vive en el barrio Ciudad 2000 desde hace 17 años, es una de las familias fundadoras. En principio fue un barrio muy tranquilo en el que existía paz y tranquilidad, las familias podían compartir sanamente y convivir como vecinos. Sin embargo, después del 2013 llegó la violencia con la incursión de grupos delincuenciales a Tumaco, que desde entonces han generado cuatro desplazamientos de esta población urbana, “la primera vez fue en el 2013, estuve un año fuera del barrio: me fui al Ecuador, después volví, y me volví a ir en 2015 por desplazamiento, como un año y medio. Esta vez me fui hacia el centro, y luego ahora pues, que me fui a otro barrio. Desde allí la violencia e inseguridad no ha bajado, permanentemente hay homicidios, enfrentamientos, no podemos movernos bien con libertad en nuestro mismo territorio” contó María.

Con el tono de voz fuerte que la caracteriza, María Concepción, “Concha”, como la llaman popularmente sus vecinos del barrio, dice que en el 2017 la situación fue más crítica, porque tuvieron dos desplazamientos – uno en marzo y otro en octubre,  pero en esta ocasión se albergaron en barrios cercanos, en casas de amigos, vecinos y familiares, “esta vez decidimos quedarnos cerca de nuestro barrio porque no queríamos dejar nuestras cosas solas, ya que se podían perder, a pesar del riesgo que sabíamos que se corría. En especial me preocupaba mucho mi hija, porque ella se ponía a temblar y llorar con cualquier disparo que escuchaba”.

Doña Concha rompió el protocolo y con gran preocupación habla de su hija Karen Johana. Cuenta que a sus ocho años presenció la muerte de un señor cerca de su vivienda y eso la afectó psicológicamente: “mi hija está enferma, vive muy nerviosa, no actúa como una joven de su edad, quiere estar jugando con niños siempre, no le gusta comer, se salió del estudio, no hace oficios en la casa, mejor dicho no me hace caso, siempre hace lo que quiere, aunque no me sale con groserías, yo pienso que eso es por el conflicto que le ha tocado vivir”, arguye con una voz muy tenue y la mirada perdida en sus pensamientos, que reflejan angustia.

Es así como el conflicto armado ha afectado de manera drástica sus medios de vida, ya no tienen acceso para realizar una de las actividades de mayor importancia en su economía, como lo es la actividad de Conchar, que significa extraer la concha de las cercanías del manglar para la venta de moluscos en el mercado local, de la cual derivaban sus ingresos para satisfacer las necesidades del hogar, “yo siempre he trabajado pelando camarón en el centro, pero tampoco es mayor cosa lo que uno se hace allí, porque uno aguanta mucha necesidad, depende de qué tan grande sea el camarón, cuando están muy pequeños no rinde, solo alcanza para ganarse de diez mil a 15 mil pesos, aunque cuando hay camarón grande si le rinde porque uno puede hacerse hasta 25 mil pesos. Pagan a 1500 pesos el kilo de camarón pelado, esa plata no alcanza para todas las necesidades que uno tiene, a veces toca aguantar hambre para no gastar toda la plata. A mi hija solo le gusta el pollo, por eso casi no come”.

Concha, en medio de la conversación, aprovecha la oportunidad para expresar su agradecimiento por la ayuda y apoyo brindado en el proyecto desarrollado en consorcio entre la Federación Luterana Mundial – FLM  y la Fundación Save The Children Colombia – SCC,  Asistencia Humanitaria para la población en Riesgo en el Pacifico Colombiano y Arauca, financiado por Unión Europea, Protección Civil y Ayuda Humanitaria – ECHO. “Nosotros nunca habíamos recibido ayuda como víctimas de los otros desplazamientos que vivimos, ahora sí, porque la Unidad de Víctimas nos dio comida en noviembre, pero con la llegada de ustedes todo fue mejor, recibimos un apoyo completo, de muchas cosas que necesitábamos, kit de alimentos y de aseo por cada persona, botiquines, filtros, baldes, bolsos y útiles para los niños. Estamos muy contentos y agradecidos con Dios y este proyecto”.

En el marco de las acciones desarrolladas en el componente de Seguridad Alimentaria y Nutricional – SAN, la FLM entregó kits alimentarios a todas las familias del barrio ciudad 2000, las cuales permitieron satisfacer sus necesidades alimentarias durante un mes, con una ingesta de alimentos que aporta proteínas y kilocalorías indispensables para la supervivencia de las personas. De igual forma, se brindaron formaciones en educación alimentaria, promoviendo el conocimiento y el consumo de alimentos locales. “Los alimentos fueron de mucha utilidad, no teníamos que comer, me alcanzó hasta para compartirle un poquito a mi hermana que vive en otro barrio. Estábamos pasando muchas necesidades, porque lo que dio la Unidad de Víctimas ya se había acabado desde Diciembre. Las cosas que aprendimos en los talleres de capacitación también sirvieron mucho, ya no consumimos tanta azúcar y grasa en la casa”. María Concepción, resalta la importancia que ha tenido para su hogar el componente de seguridad alimentaria y nutricional.

Respecto a las acciones realizadas en el tema de agua y promoción de la higiene, la entrega de kits de higiene y de filtros tanto para la purificación como el almacenamiento de agua junto a talleres de promoción de prácticas saludables de higiene, María Concepción mencionó que son de gran importancia: “nosotros ya habíamos tomado agua filtrada, y por lo general a uno le dicen que tome agua hervida pero uno no lo hace, porque yo cocino con gas y se me acababa muy rápido, por eso había comenzado a tomar agua cruda y en el estómago sentía que algo me pullaba… como un cosquilleo. Y ahora que comencé nuevamente a tomar mi agua filtrada no he sentido nada, y las hijas también piden agua”.

Es de resaltar que Concha, hace parte de la Junta de Acción Comunal – JAC del Barrio Ciudad 2000, lleva dos periodos cumpliendo la función de vocal, la cual desempeña con mucho amor por su comunidad: “yo no sé leer, porque no estudié, y dicen que en la junta todos deben hacerlo, pero si sé hablar, por eso soy vocal y con los cuatro años que llevo me he desempeñado bien, haciendo lo mejor para la comunidad, me esfuerzo para que todos los que vienen se lleven lo mejor de Ciudad 2000, que seamos personas humildes y que respetan a los otros. En la junta comunal anterior, nos amenazaban porque el presidente pedía plata para todo y no se veían los resultados de sus gestiones, pero ahora todo ha cambiado, esta nueva junta es muy buena, el presidente y todo el equipo nos hemos esforzado para que las cosas salgan bien y todas las familias se puedan beneficiar del proyecto”.   

Con estas palabras de agradecimiento María Concepción Cortez cierra la conversación “muchísimas gracias, me siento contenta, agradecida, con lo que nos colaboraron, estoy muy contenta por mi filtro, y también la comida fue muy importante”, entre risas manifiesta, “no se olviden de nosotros, antes de pensar en ayudar a otros piensen en nosotros en primer lugar, en las familias de Ciudad 2000, que todavía necesitamos de su ayuda”.